Charlas de caña y barra sobre el futuro de la arqueología en España. Parte II

Hola a todos de nuevo!

Como podéis ver, gracias a vuestra buena acogida y participación, que nos animan cada día a seguir publicando y divulgando contenidos, esto de los MIÉRCOLES DE BLOG comienza a hacerse tradición y costumbre. Gracias!!

Supongo que muchos de vosotros recordareis que en mi artículo anterior La arqueologia necesita un coach y un plan de marketing  os recomendaba el libro editado por Jas Arqueología Charlas de Café: «El futuro de la arqueología en España« en el que un buen número de profesionales dedicados a la Arqueología y el Patrimonio Histórico comentaban su visión personal del pasado, presente y futuro del sector, la mayor parte de ellos con un lenguaje coloquial y desenfadado.

EL FUTURO DE LA ARQUEOLOGÍA EN ESPAÑA

La idea de poder compartir opiniones de este tipo con otros profesionales y crear de este modo un amplio foro de reflexión e intercambio de impresiones me pareció formidable, por lo que me puse manos a la obra para aportar mi granito de arena, que comencé a desarrollar en el artículo anterior y que continúo con este artículo.

Digo continúo y no completo porque las reflexiones de esta naturaleza, al menos en mi caso, se encuentran siempre en constante evolución y desarrollo.

Mis principales críticas, siempre constructivas, por supuesto, al sector de la arqueología y su situación actual giran en torno a tres puntos básicos:

-El primero es sobre las carencias formativas en muchos aspectos que considero esenciales para el desarrollo profesional (que ya expliqué con algo mas de detenimiento la semana pasada).

-El segundo punto se refiere a la importancia, en mi opinión, de dignificar la profesión desde dentro hacia afuera. Esto tiene que ver con la necesidad de aumentar la autoestima de los propios arqueólogos como sector y, en este sentido, creo esencial el trabajar en la creación de un mejor auto-concepto de nosotros mismos.

 

arqueologia-preventiva

 

DESARROLLO DE UN AUTO-CONCEPTO ADECUADO

Creo que existe un punto de incongruencia entre nuestra, en general, baja autoestima como profesionales y la importancia que, en el fondo, todos pensamos que tiene la arqueología en el desarrollo social, en la cultura e identidad de las comunidades, y en el papel del Patrimonio Histórico como recurso de generación de riqueza material e inmaterial.

No creo que haya muchos arqueólogos que pongan esto en duda, no hace falta discutir sobre la importancia que la arqueología y el patrimonio histórico tiene en la sociedad. Es evidente que creemos que es de gran importancia y que por ello nos dedicamos a esto (sino estaríamos locos).

Pues bien, NUESTRA LABOR ES IMPORTANTE, NUESTRO TRABAJO ES IMPORTANTE para nuestra sociedad. En general casi todos nos movemos por unos valores muy firmes e inamovibles, y, lo mejor de todo, ESTAMOS TODOS EN EL MISMO BARCO.

Sin embargo, la sensación que tengo muchas veces es que, tristemente, parece que esto tiende a ser olvidado a menudo, perdiéndonos en enfrentamientos personales fútiles, en luchas de egos que no van a ninguna parte y en la crítica destructiva sistemática e irreflexiva (el yo lo hago bien y el resto del mundo mal que tantas veces parece transmitirse en nuestras opiniones). Esto no sólo nos hace daño a nosotros mismos y a nuestros compañeros de profesión sino que da una imagen de nosotros hacia el exterior bastante lamentable, poco seria, nos devalúa como grupo y como profesión.

Eso sin tener en cuenta que la división nos hace mas débiles, y supone un escollo para alcanzar nuestros objetivos como sector, nos impide luchar juntos para conseguir los objetivos comunes que tenemos como grupo.

Luchando cada uno por su lado no podemos llegar a ningún sitio.

La unión es necesaria y hay que asumir que las diferencias existen, que cada uno puede tener su mentalidad, forma de trabajar, problemas y circunstancias pero que hay OBJETIVOS COMUNES que deben estar por encima de todo eso.

Todo depende de en qué enfoquemos nuestra atención y a qué concedemos mas importancia relativa.

Es una cuestión de poner en orden nuestra escala de valores y prioridades, de tener una mayor amplitud de miras.

Creo que si “nos queremos”, nos valoramos y tenemos un auto-concepto alto y digno de los arqueólogos como sector profesional, la sociedad nos valorará mas y mejor. Trabajando mas como grupo y no individualmente seremos mas respetados y esto traerá consigo consecuencias naturales de una alta auto valoración, como por ejemplo la tan traída y llevada subida de precios (no digo con esto que sea la única medida a adoptar en este sentido).

En fin, que si un ingeniero viene y nos dice que “la arqueología es un lujo que no nos podemos permitir en estos tiempos” y nuestra autoestima y auto-concepto es alto y firme no lo consentiremos, no volveremos a agachar la cabeza o desviar la mirada.

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EL MODELO DE GESTIÓN DE LA ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA

-¿seguimos con el último punto de reflexión? Este, como ya os dije en el artículo anterior, se refiere a el MODELO DE GESTIÓN implantado en España sobre el patrimonio arqueológico vinculado a obras, la Arqueología Preventiva.

Este sistema, para los arqueólogos de mi generación, que salimos de las carreras pasado ya el año 2000, en un principio nos parecía el sistema “natural”, el “así es como son las cosas”, y es un sistema que en principio asumes como “lo normal”. Pero, una vez que empiezas a gestionar diferentes proyectos y te tienes que enfrentar a todo tipo de situaciones problemáticas y conflictivas te vas dando cuenta que es un sistema de dudoso funcionamiento. Al menos de dudoso funcionamiento para conseguir una buena gestión del Patrimonio Arqueológico.

¿Cual es la labor del arqueólogo en obra?, ¿consultor?, a mi la práctica de años y años me ha ido demostrando que la labor del arqueólogo, cuando empiezan las presiones de plazos, presupuestos,…en las obras, presiones que , por cierto, acaban existiendo en mas del 90% de las obras, los arqueólogos acabamos convirtiéndonos en inspectores, en una especie de “policías” que velamos por el cumplimiento de la ley.

Esta es la realidad que yo he vivido, al menos, y aquí es donde se produce el problema. Pues son las propias empresas o individuos que tenemos que controlar (constructoras, promotoras, empresas energéticas) las que nos han contratado, somos dependientes total y absolutamente de ellos, con la capacidad de presión hacia nosotros que esto supone.

Es, siguiendo con los símiles como el de la policía, como si los inspectores de hacienda estuvieran en nómina de las empresas a investigar.

Y no digo que el modelo de gestión económica sea incorrecto, no digo que no sean los promotores y contratas los que deban pagar los trabajos arqueológicos de las obras que ejecuten (no quiero entrar en este artículo en esa cuestión), digo simplemente que los directores y técnicos a cargo de la obra no deberían tener una relación contractual directa con ellos. Debería existir un organismo intermedio que garantice la independencia de los profesionales arqueólogos y mecanismos que nos protejan de vernos expuestos a presiones, chantajes.

Nuestro trabajo debe estar centrado únicamente en garantizar el cumplimiento de la legalidad y la protección del bien público (en este caso el Patrimonio Histórico) y la legislación debería desarrollarse en este sentido y con este fin.

Y no creo, sinceramente, en la bondad de los diseñadores de este sistema, ya que parece que la ley de patrimonio haya respondido a un doble fin, por un lado satisfacer (y acallar) una exigencia social incipiente y, por el otro, “atarnos en corto”, por así decirlo, darnos un poder relativo y controlado por lo que pudiera pasar, los arqueólogos, en el fondo, como sector de principios y código deontológico, damos un poco de miedo a ciertos sectores de poder.

El sistema actual necesita crítica y modificación y debería ser nuestra obligación el trabajar en este sentido.

Si alguien se siente ofendido con este artículo espero que sepa entender que es un artículo de opinión, y la opinión, para tener valor, tiene que ser ante todo y sobre todo sincera.

Saludos arqueológicos y hasta la semana que viene!!

Lourdes Lopez Martinez

3 comments

  • Alejandra

    25 febrero 2016 at 8:47 am

    Totalmente de acuerdo.

    Reply

  • Paloma Berrocal Ruiz. La Linde

    22 marzo 2016 at 8:05 pm

    Yo llevo haciendo estas mismas reflexiones durante muchos años. Como arqueóloga profesional, que trabajo a pie de cata, creo que mi libertad para llevar a cabo la excavación, el seguimiento, la lectura estratigráfica o lo que sea que tenga que hacer en cada momento, está por encima de todo, pero, claro… ¿hasta qué punto puedes sustraerte a la presión del promotor, que es el que te paga? Nos pasamos la vida navegando entre dos aguas: la administración que nos tutela (que tira de tí por un lado) y el promotor que te paga (que tira por el otro), y así ¿hasta dónde eres realmente libre?. Al final, acabas siendo, como tú bien dices, un policía infiltrado y eso… para las pelis de espías está muy bien, pero en la vida real es menos atractivo. Estoy de acuerdo contigo en que el modelo de gestión DEBE CAMBIAR.

    Reply

  • Hugo

    24 enero 2017 at 1:43 pm

    Reflexión muy acertada que define uno de los principales problemas estructurales que nos encontramos en arqueología profesional, de gestión, preventiva o cómo queramos llamarla. Las relaciones entre l@s profesionales de la arqueología y nuestros clientes, teniendo en cuenta nuestra labor de vigilancia, y también la falta de sensibilidad y comprensión hacia nuestro trabajo por parte de gran parte de la sociedad, supone una complejidad insalvable.
    El amateurismo y la falta de preparación laboral es también un importante obstáculo, y no es exclusivamente culpa nuestra. Nuestra formación es completamente deficiente en este sentido, partiendo del desprecio notorio de los sectores académicos hacia la vertiente profesional de la arqueología, está por ver el plan de estudios que incluya asignaturas referentes a la gestión empresarial, a saber como hacer un simple presupuesto o calcular cuanto nos cuesta una hora de trabajo, un asunto crucial. Salimos en total desventaja con el resto de fauna que circula por nuestros derroteros, tales como ingenieros o arquitectos, cuya formación si incluye, afortunadamente para ellos, estos epígrafes. En fin, una situación muy poco halagüeña con un futuro poco esperanzador y muchos asuntos por resolver que no se van a arreglar solos, más aun en tiempos como los actuales, aparentemente saliendo de una crisis económica brutal y en una triste encrucijada donde el eslabón más débil de la cadena acaba siempre pagando el pato.

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